Don Marcos Viñuela, que adquirió la bodega de la calle Balloffet a Brunet, era español, había arribado desde León y se dedicó de lleno a la vitivinicultura. No desmayó en el trabajo y como todos los inmigrantes venía lleno de sueños que quería lograr mediante el esfuerzo, no decayendo ante las adversidades. Pasó a ser uno de los bodegueros más directamente ligados al desarrollo de nuestra principal industria.
Se casó con doña Cristeta González, nacida también en León, España, y tuvieron 6 hijos, 5 varones: Gil, Ali, Sir, Marcos y Lidio, y una mujer, Haydeé, la que al casarse se fue a vivir a Buenos Aires.
Cuando compró la antigua bodega de don Pedro Brunet era pequeña, sólo tenía un cuerpo edificado hacía mucho y le agregó uno nuevo. En el nuevo se elaboraba el vino y en el viejo estaban las cubas y toneles de roble donde se guardaba el vino.
Don Marcos poseía algunos viñedos y compró otros terrenos a un primo de Iselín de nombre André Tornuer, con los cuales comenzó a elaborar en la bodega.
Su propiedad llegaba hasta la calle Sarmiento. Después de su muerte fue loteado y se construyó el barrio Viñuela.
Merced a su trabajo y perseverancia el establecimiento fue progresando con sucesivas ampliaciones y modernización de la maquinaria. Comenzó con una capacidad de 10.000hl y en 1950 la había ampliado a 171.000 hl.
A la entrada de la bodega estaban los escritorios y un poco más allá el lugar donde descargaban los camiones, que eran modernos lagares para molienda.
Las paredes estaban cubiertas con azulejos y cintas sinfín para el transporte. Los lagares eran tan grandes que alcanzaban a descargar hasta 6 camiones juntos. Al mismo tiempo trabajaban las prensas. La energía para todo se dirigía desde una sala de comando. El mosto era llevado con la ayuda de una bomba hasta las piletas de fermentación.
Esto es algo muy importante que comenzó a lograrse a partir de ese momento: una vez que entra la uva no se la toca más, hasta que se convierte en vino.
Al pasar por la calle Balloffet en la época de cosecha era impresionante ver la cantidad de camiones que hacían cola día y noche para descargar.
El laboratorio, donde se iba controlando el vino, estaba dirigido por expertos enólogos.
El equipamiento convirtió en una firma que estaba a la vanguardia, lo que se traducía en la calidad de los vinos.
Poseía más de 300 hectáreas de viñedos, cuya producción no alcanzaba para la producción de la bodega, por lo que compraba gran cantidad de uva a los viñateros sin bodega. La casi totalidad de la producción propia correspondía a las variedades Cabernet, Merloc, Malbec, Barbera de Asti, entre otras.
La firma poseía once vagones de ferrocarril en los cuales trasladaba sus vinos hasta los centros de consumo, donde tenía plantas fraccionadoras: Buenos Aires, Rufino (Santa Fe), Quemú-Quemú ( La Pampa) y Los Toldos (Buenos Aires). Vendía también vinos al Paraguay.
En la década del '40, que fue la época de mayor esplendor, tenía empleados 39 toneleros, 35 mujeres en fraccionamiento y 8 empleados en la administración. Esos números nos dan cuenta de la importancia de la bodega.
En el callejón Viñuela había también una parte de la bodega. Detrás de ésta había 20 hectáreas, donde ahora se ha realizado un loteo.
Aproximadamente en 1940 la marca que registraron fue Vimar; don Marcos asoció a sus hijos Gil, Alí y Sir y así la firma se transformó en Marcos Viñuela e hijos.
Contaba ya con 63 años y no desmayaba en su trabajo al frente de la firma. En ese momento el capital de la bodega era de $2.000.000.
Don Marcos falleció en 1955 y sus hijos conformaron la razón social Viñuela Hnos., continuaron los tres que se habían asociado con el padre. Las marcas registradas con las que vendían sus vinos eran Viñuela, Cabeza de León, Vimar, en sus variedades blanco y tinto.
Entre los años 1957 y 1958 la bodega de don Marcos fue comprada por don Martín Vera, quien la adquirió con un crédito del Banco de la Nación y poco después se declaró en quiebra.
Textos: María Elenza Izuel Fuente: Diario UNO