Antonino Giurdanela nació en 1898 en Sicilia, Italia, y cuando sólo contaba con 16 años comenzó la Primera Guerra Mundial, por lo que siendo casi un niño debió marchar al frente con sus compatriotas. Le tocó luchar en las trincheras, en el límite con Austria, ellos las llamaban: "de qui non se passa". Durante tres años defendió a su patria, pasando mil penurias como hambre y mucho frío.
A su regreso a Italia fue reconocido por el gobierno como Cavalieri de la Orden de Vitoria Veneto, más una medalla y la Cruz de Hierro, entregada a todos los valientes que regresaban.
Tras la guerra Italia no quedó en buenas condiciones económicas y entonces Antonino decidió entre los años 1925 y 1928 viajar a la Argentina donde vivían algunos amigos. Al arribar a San Rafael se contactó con las familias Poidomani y Signorato, quienes le ofrecieron trabajo. Durante un tiempo trabajó con ellos y fue cuando conoció a María González, de quien se enamoró y a la que propuso matrimonio en 1931.
Como ya tenía algunos ahorros pudo comprarle a su cuñado una finca de 12 hectáreas en Cuadro Bombal, donde plantó viñedos de distintos varietales y también frutales.
Del matrimonio nacieron ocho hijos pero lamentablemente dos fallecieron siendo muy pequeños. Los que quedaron se llamaron José, Víctor, Jorge, Antonio, Amelia y María del Carmen.
Los hermanos crecieron entre las hileras de viña y trabajando mucho, de sol a sol, obedeciendo a una plegaria del padre: "Que la voluntad sea de Cristo". También había tiempo para juegos, corrían y se escondían entre las hileras. Todo lo hacían con alegría y se divertían mientras trabajaban.
Con mucho esfuerzo salió adelante don Nino (como lo apodaban) y cuando sus viñas comenzaron a producir decidió hacer un vino puramente artesanal, porque no quería máquinas que pudieran cambiar el sabor.
Cerca de la casa había un pequeño galpón donde instaló su bodeguita. Ahí fue que pisaron uvas en el lagar, prensaron lo que restada, lo volvían a unir y se volvía a prensar. Al principio fue vino patero, pero luego agregaron una moledora y prensas.
Después del prensado se colocaba en toneles para la fermentación, pero lo trasvasaban varias veces para el filtrado por decantación y así obtener una sustancia purificada y clarificada. Con el tiempo Antonino pudo comprar un motor generador de electricidad y todo fue más fácil en la bodeguita.
El vino que elaboraban era más bien dulzón y transparente. En todos los casamientos de sus hijos, la fiesta se hacía en la finca y el vino era el hecho en casa. Con el tiempo lo embotellaron para sus amigos.
Nino siempre fue muy buen anfitrión, tal vez porque estaba tan lejos de su familia que quería rodearse de amigos para suplir esa necesidad. Le gustaba compartir en largas mesas con sus amistades donde el vino era el principal invitado. Frecuentaban su casa muchas familias de la comunidad, entre otros Zingaretti, Sardi, Cabas, Carribero, Fortunato, Karzonik y otros.
Nunca hizo vino para vender, era sólo para compartir o regalar a sus amigos.
En su casa no sólo se hacía vino sino también los chacinados, en los típicos carneos, sobre todo el jamón crudo. Además se amasaba el pan, se elaboraban dulces y conservas y tenían vacas lecheras que ordeñaba doña María y, como era mucha la leche, la vendían a los vecinos.
A medida que se casaban sus hijos, los proveía de lo necesario para que pudieran trabajar y mantenerse holgadamente.
No siempre las vacas fueron gordas en la época en que vivió don Nino, pero supo salir adelante de las "vacas flacas" y le decía a sus hijos: lo que hace difícil el trabajo es "la mala gana" de la persona.
Don Nino falleció en 1980, todos sus hijos sabían hacer vino, pero sólo a Jorge le salía igual al del padre. En 1981 se casó su hija menor y para el matrimonio civil se brindó con el último vino que había guardado Antonino durante 20 años.
La finca se conserva intacta en la Calle Nueva de Cuadro Bombal. La mantiene el menor de los varones, pero se extraña la ausencia de don Nino entre las hileras.
Textos: María Elena Izuel Fuente: Diario UNO