SAN RAFAEL HISTORIA - PIONEROS

Luciano Debón
Luciano Debón

En un pueblito llamado Arco de las Salinas de la provincia de Teruel, en España, nació el 8 de enero de 1887, Luciano Debón y el 1 de octubre de 1888, Isabel Rodríguez. Posteriormente los jóvenes se conocieron y contrajeron matrimonio el 13 de diciembre de 1913. El año anterior a su matrimonio Luciano había cumplido con el servicio militar.

 

Cuando vieron que las condiciones de trabajo en España no eran muy buenas decidieron embarcarse rumbo a la Argentina. Su hermano mayor, de nombre José, estaba en San Rafael desde 1909 y en sus cartas le contaba las bondades de la zona y las posibilidades que había de trabajo. Esto lo entusiasmó y lo indujo a viajar y arribó a San Rafael en enero de 1914.

 

La tierra lo atrajo siempre y buscó un trabajo de acuerdo a lo que deseaba hacer. No traía dinero y consiguió trabajo como empleado rural.

 

Luego mejoró su trabajo y fue contratista, figura que sólo existe en la provincia de Mendoza, en una finca muy grande que existía en la zona, donde también había una bodega perteneciente a un hombre que residía en Buenos Aires de nombre León Pagola, a quien siempre admiró y cuyo nombre puso a uno de sus hijos. Posteriormente la compró un hombre de apellido Torres. Hoy la propiedad pertenece a la Cooperativa Goudge.

 

Su ilusión era poseer tierras y en cuanto ahorró lo suficiente adquirió en 1921 un terreno en La Llave Vieja ubicado a 300 metros del río Diamante. Alentado por su esposa, adquirieron cinco hectáreas de terreno inculto que habían pertenecido a Javier Laurenz. De gran ayuda para terminar de convencerse de la compra fue el hecho de que estaban por construir un puente sobre el río que permitiría la conexión con la ciudad y otros distritos. La obra se hizo en 1922.

 

El comprador tuvo que hacerle todo: desmontar, arrancar raíces, arar, nivelar, abrir los surcos, hasta que la tierra estuvo lista y pudo plantar los viñedos. Al frente construyó su casa.

 

Mientras aguardaba que la finca produjera instaló un pequeño almacén de ramos generales que lo ayudó a salir adelante.

 

Gracias a su trabajo tesonero y constante, y con la asistencia permanente de su esposa, en poco tiempo pudo ampliar sus posesiones a 35 hectáreas.

 

Además, en 1930 construyó una pequeña bodega para elaborar su producción. Todo lo puso a nombre de su esposa. La bodega tenía un solo cuerpo y la maquinaria era movida con la ayuda de un motor a nafta. Luciano tenía mucha experiencia, pues había trabajado anteriormente en la bodega de don Pagola, donde había aprendido mucho.

 

Al comenzar a producir sus propios vinos, elaboraba también para sus vecinos. Buscó compradores y al principio en San Rafael: los vinos de traslado se los vendía a Armando Panelli y a Tornaghi.

 

Los que vendía por cuenta propia los enviaba por tren en bordalesas a distintos lugares del país.

 

Posteriormente comenzó a embotellar con la marca “La Pilarica”, y vendía también en damajuanas, por los distritos: Monte Comán, Goudge y Colonia Elena. Cuando la producción fue mayor, agrandó la bodega y compró más maquinarias.

 

El matrimonio tuvo cinco hijos, tres varones y dos niñas: Francisco Manuel, León y Luciano José, y María Luisa y Teresa. León, al igual que su padre, amaba la tierra y en poco tiempo compró su propia finca.

 

Cuenta su hija Teresa que en cierta ocasión les cayó una gran manga de piedra cuando tenía todo listo para comenzar la cosecha, los tachos preparados y la gente contratada. Fue tan intensa la granizada que no les dejó absolutamente nada. Ella al ver caer las lágrimas de su padre le dijo: -”No llore papá que ya vendrá otra cosecha y no nos faltará para vivir”.

 

Su padre le contestó: -”No hija, no lloro por nosotros, lloro por mis trabajadores, ellos trabajan para comer y para comprar los útiles para sus hijos para la escuela, pero ahora no tendrán nada, pues no habrá trabajo”.

 

Así fue don Luciano, siempre pensando en los demás. Colaboró mucho con la escuela Santa Cruz a la que fueron sus hijos, cuando era la Nacional N° 130. Como la escuela no tenía casa para el director y los maestros, los alojaba en su casa.

 

Después de una vida dedicaba al trabajo, Luciano y su esposa, compañeros inseparables, se fueron a la otra vida casi juntos. El hombre falleció el 6 de diciembre de 1962 y su esposa Isabel un mes después, el 21 de enero de 1963.

 

Su hijo Francisco Manuel continuó con la bodega hasta 1972, cuando la vendió.

 

La vida de don Luciano fue una vida dedicada al trabajo, vivió enamorado de su familia, de la tierra, de las plantas y de La Llave Vieja, lugar donde descansan los restos del matrimonio.

 

Fuente: Diario UNO Textos: María Elena Izuel

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