Hijo de un vasco, don Teodoro y de una italiana, Catalina Spadillero; nace en Nogoyá (Entre Ríos), el 20 de agosto de 1906.
La mezcla de esas dos sangres dan como fruto un hombre generoso de corazón, firme del convicciones y tenaz en sus actitudes, "casi obstinado" diría el propio Bernardo.
Esa tenacidad la aplica para recibirse de otorrinolaringologo en la Universidad de Buenos Aires y buscar nuevos horizontes en su país, la patria grande que tanto admira.
Así llega, en 1934, a este San Rafael del Diamante, al que amará con su corazón generoso desde el primer día.
Junto con el Dr. Schestakow -al que visitaba casi a diario- hace de la medicina un verdadero apostolado, que le permite expresar que "la medicina no es un negocio y el médico no es un comerciante".
Desde un primer momento, su espíritu creativo le hace descubrir cuánto falta por hacer en esta tierra "bendecida por el agua de los ríos, el sol y el aire puro. Los tres elementos básicos que posibilitan la vida en el planeta" y comienza entonces a soñar, imaginar y elaborar proyectos.
El primero que concreta de ellos es formar una familia.
Se casa con Alicia Buttini, hija de quien sería Intendente de San Rafael, con la que tiene 3 hijos, dos mujeres: Marilena y Norma Selva y un varón: Jesús Andino.
La necesidad de mantener a su familia y su obstinada defensa de sus principios e ideales, lo obligan a dejar la medicina y abrir -junto a su esposa- un pequeño comercio de venta de bolsitas de polietileno, en calle Avellaneda entre Coronel Suárez y Corrientes.
La nobleza y novedad del producto hizo crecer el negocio que se transforma con el tiempo en el tradicional y famoso "Centro Plástico" en el que Don Bernardo -en los ratos libres- da rienda suelta a sus innovaciones, ideas y planes.
Y así, siempre pensando en el ser humano, en mejorar la calidad de vida, uno a uno, van apareciendo sus inventos.